Anoche, pasadas las doce, este pequeño visitante llamó a la puerta de la cabaña. Venía a lomos de una enorme oveja que tiraba de un carro con un gran barril de cerveza. Al verle, la cara de nuestra anfitriona se iluminó con una gran sonrisa e invitó a entrar al pequeño hombrecillo.
Tras descargar el barril en la cocina y llevar a la oveja a la cuadra, nos unimos a ellos. Según parece, muchos años de profunda amistad unen a la ermitaña y a este leprechaun, que viene a visitarla cada día de San Patricio cargado de cerveza.
Por algún motivo que no logramos comprender, el barril parecía no vaciarse nunca, y tras varias pintas decidimos retirarnos, habiendo perdido la esperanza de entablar con el leprechaun una conversación lúcida y sin alcohol de por medio. Aun así el invitado nos regaló una bolsita de oro a cada uno antes de acostarnos. Después, él y la anciana, siguieron bebiendo, riendo y recordando tiempos pasados sin pausa durante toda la noche.
Al levantarnos esta mañana el único rastro que quedaba del leprechaun eran dos bolsitas llenas de hojas secas y una terrible resaca.
sábado, 17 de marzo de 2012
San Patricio
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¡Es francamente genial! Aunque es una lástima que su dinero no sea real :(
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